Siempre hay días como éste, en el cual la Libertad, y el sentimiento humano se ejemplifican en la historia de tres niños pobres. De tres pastorcillos, que no tan lejos ni de aquí, ni en el espacio ni en el tiempo, fueron testigos de un milagro.
En un campo de Portugal, en el lugar más humilde que se puede imaginar, sus pequeños corazones, a través de sus ojitos contemplaron lo que nos prometieron una vez.
Es una Luz antigua, Eterna, que no se agota jamás, que les hace unir sus pequeñas manos, para mirarle a los tres juntos, como pequeñas figuras de papel en las cuales se dibuja una humanidad que se pierde y se olvida de lo suyo a fuerza de dar vueltas alrededor del sol.
Son tres niños, muñecos de carne y hueso que la miran con su mirada redonda, llenos de la misma luz que les da Ella.
Y se lo da todo como un regalo, como si hubiesen dejado un dientecito debajo de la almohada.
Porque las mejores cosas, son siempre gratis.
Si no te conozco en esta vida, al menos déjame sentir tu Presencia.
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