Cuando caminas
con el alma abierta
y te adentras
en Tierra desierta,
por esa vereda
siniestra,
que serpentea,
una vez pasado el río,
la montaña
donde mora
el eterno frío.
Y es en ese oscuro
sendero,
donde tu corazón
se encoge al sentir,
al palpitar
la inmensidad del
vacío.
De la lengua
pierdes el hablar
y de la mirada,
de la mirada
el poder amar.
Cuando cae la noche
puedes escuchar
la macabra sonrisa
del barquero
que hace
a las piedras
temblar
y a tus ojos llorar.
Más allá,
aunque todavía
no alcances ver
el mar,
ya solamente
puedes caminar.
Y así,
con los manos
en los bolsillos
del chaquetón raído,
es cuando,
aprende uno
a soñar.
Y tus ojos,
ya sin nombre,
se encienden
en lo más profundo
del invierno.
Cuando Perséfone
vuelve tu piel
a acariciar,
para volver
a sentir,
a imaginar
un mundo nuevo
que conquistar.
martes, 30 de abril de 2019
viernes, 26 de abril de 2019
Pelirrojas
jueves, 11 de abril de 2019
ORDALÍA
Con los ojos cerrados,
siento,
padezco,
tu silencio.
Y pongo los dedos,
los dedos
en el fuego.
En esta Tierra.
Con las dos manos.
Y los diez dedos.
Y mi corazón,
mi corazón,
se hace pegamento.
El pegamento
de tus besos.
El ungüento
que,
beso a beso,
y palmo,
palmo,
palmo a palmo
me desvela,
que cuando los abra,
los ojos,
sabré
que estoy despierto.
Para
de nuevo
volver
a verte.
Para nunca más
sentirme
un viejo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)