La luz blanca,
ilumina,
limpia,
el sonido de las pisadas,
y tirita,
suavemente,
a lo largo
de los soportales
de la calle Galiana.
Tirita,
como un abrazo,
como un abrazo
largo y sordo.
Como una flor
que florece
entre el humo
y la niebla.
Y las farolas
pestañean
al compás
de tus ojos.
Y de tu sonrisa.
Tu sonrisa
es el código morse
que me guía
hacia el infinito,
Para conocer tu nombre.
Y en el Cielo
al vernos,
comen palomitas,
deseando
que nos comamos,
que nos construyamos
que nos muramos
a base de amor.
Y a golpe de besos.
Para,
de la mano,
volver a las estrellas.
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