En los domingos infinitos bajo los que se recoge la ciudad de Nueva York, pasea El coronel Frank Slade, envuelto en su verde gabardina, respirando la inmensa soledad que esconden las esquinas de las capitales del mundo.
Va con su pelo engominado, y su bastón, y a poco le suelta un vozarrón a cualquiera que se tropieza por la acera.
Es esa totalidad, ese momento en el que uno se da cuenta de que la vida se escapa, un respiro contemplando las calles vacías, y la luz en la ventanas.
Si yo fuese pintor, dibujaría de esa manera la soledad, una gran avenida vacía y unos cristales reflejando la electricidad por encima de las farolas.
Desde muy pequeño lo comprendí, por la Villa de Madrid, cuando la Puerta del Sol cierra el pestillo y ya no se hacen más bocatas de calamares.
Y sin embargo, por la Gran Vía aún deambulan las almas perdidas, hombres y mujeres que suben y bajan, con los bolsillos vacíos y la mirada herida...
Al menos a nuestro Coronel le dio tiempo, ya ciego y loco, como Don Max, a bailar su último tango y al compás de Gardel, regalarnos algo que jamás se olvida.
domingo, 28 de agosto de 2016
viernes, 19 de agosto de 2016
El largo y cálido verano
“En África el único modo de
superar el dolor es salvar una vida. Si alguien es asesinado el año de luto
termina con un ritual llamado la prueba del ahogado. Se organiza una fiesta
junto al río. Al amanecer, al asesino lo meten en una barca, lo adentran en el
río y lo lanzan atado para que no pueda nadar. La familia del difunto tiene que
decidir, puede dejar que se ahogue o tirarse al agua y salvarlo. Los hay que creen
que si la familia deja que se ahogue se hará justicia, pero pasarán su vida
guardando luto, pero si lo salvan están aceptando que la vida no es siempre
justa y eso aliviará su dolor. Porque la venganza es una actitud cobarde.”
Llamas
destino a lo que no conoces, pintas de un color templado todo lo que no
comprendes, alzas tu voz, pontificando, en aras de alcanzar la inmortalidad.
Y
es que, di la verdad, anhelas la divinidad.
Con
tus dos manos, y tus dos piernas, y tus ojos, enmarcados por las cejas,
desfilas por las pasarelas de este mundo, a pleno sol, deseando ese infinito
que no puedes alcanzar, ese salto imposible que eres incapaz de lograr.
Y
en la mitad de tu vida, más allá de tu gloriosa ciencia,
se
extiende el negro abismo,
la
oscura e insondable sima,
allá
donde tus pecados se hunden,
arrastrándote,
inevitable,
inexorablemente...
En
un pequeño pueblo de Sudáfrica nació de padres blancos, una niña de piel
morena, en aquella Tierra del Sur del Mundo, en el extremo de un continente
cargado de misterio...
En
el corazón de la tiniebla, en los años en los que el hombre de tez clara aún usaba
el látigo contra sus hermanos de carne bruna, vino al mundo una niña, atezada
del color de la noche, con una blanca sonrisa dibujada en la mirada.
Más
allá del muro, por encima del paredón que el sediento, que el mortal, levanta
anhelando alcanzar el cielo, mientras holla con sus pisadas a su prójimo,
parpadea Sandra Laing, al arrullo de los pájaros de África, en el lenguaje
secreto de las mariposas, que con su aleteo silencioso colorean de vida el día.
Es
la canción de cuna de Sandra, la que tira la muralla, la que tiende el puente
sobre el abismo, la que nos recuerda, con sus dos grandes ojos redondos, lo que
una vez fuimos.
Desde
el corazón de África, son los ojos de una niña los que hacen pedazos tu
soberbia y tu maldad...
Dios
te pintó de negro, para que el mundo no olvide...
“Los disparos alrededor nos
impiden oír bien, pero la voz humana es diferente de otros sonidos, puede
hacerse oír por encima de ruidos que lo inundan todo, aunque no esté gritando,
aunque sea un susurro, hasta el murmullo mas leve silenciaría un ejército
cuando dice la verdad.”
lunes, 8 de agosto de 2016
Luces de Bohemia
Quizás aparento menos edad de la que tengo,
quizás he sufrido demasiado en la vida,
puede que sí.
Mas hay hombres que te marcan el camino.
En las frías mañanas de Oviedo,
en aquellos inviernos sepulturales,
iba uno con las manos metidas en los bolsillos rotos de la trenca...
Como siempre digo.
Buscando una esperanza,
a la sombra del Naranco.
Y como si de la Salamanca de Don Miguel,
Dios,
a pesar de que él siempre lo negó,
nos regaló a Don Gustavo.
Un profesor egregio y justo,
un Hombre de gran respeto y consideración.
Ahora te has ido,
a ese Cielo del que tantas veces negaste su existencia,
muestra de que tus pirámides se han de revestir de fe,
es que dos días después
te has ido con tu mujer.
Maestro de filósofos,
de médicos,
de ingenieros,
de abogados,
Maestro del hombre solitario,
el de la calle,
estarás siempre con nosotros.
quizás he sufrido demasiado en la vida,
puede que sí.
Mas hay hombres que te marcan el camino.
En las frías mañanas de Oviedo,
en aquellos inviernos sepulturales,
iba uno con las manos metidas en los bolsillos rotos de la trenca...
Como siempre digo.
Buscando una esperanza,
a la sombra del Naranco.
Y como si de la Salamanca de Don Miguel,
Dios,
a pesar de que él siempre lo negó,
nos regaló a Don Gustavo.
Un profesor egregio y justo,
un Hombre de gran respeto y consideración.
Ahora te has ido,
a ese Cielo del que tantas veces negaste su existencia,
muestra de que tus pirámides se han de revestir de fe,
es que dos días después
te has ido con tu mujer.
Maestro de filósofos,
de médicos,
de ingenieros,
de abogados,
Maestro del hombre solitario,
el de la calle,
estarás siempre con nosotros.
sábado, 6 de agosto de 2016
Sálvame de la Boca del León
Libra
mi alma de la espada, mi única vida de las garras del perro. Sálvame de la boca
del león y de los cuernos de los unicornios; respóndeme. Hablaré de tu nombre a
mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.… (Salmos del Rey David 22:21)
¡Quintilio
Varo, devuélveme mis legiones! clama el Emperador, Octavio Augusto, en la
inmensidad de su Palacio de Mármol, mientras se da con la cabeza contra las
puertas, tirándose de los pelos, rasgándose las vestiduras, su blanca túnica de
Patricio, soñando con los estandartes perdidos...
Las
Águilas de oro, perdidas a los pies de Arminio, en la batalla del Bosque de
Teutoburgo, cuando 15.000 romanos cayeron a los pies de las Hordas bárbaras que
dos mil años después levantaron el Tercer Reich...
Y
mientras, en Egipto, las tres pirámides se alinean con las estrellas, porque
unos años antes, en un establo de Belén, en la provincia de Judea, había nacido
un niño que cambiaría el mundo para siempre...
Ese
era el grito de angustia del gran Emperador, el César, que resonaba en los Atrios del Cielo, mientras el Niño se perdía y era encontrado en el Templo.
¿Por
qué me buscábais?
Cuando
María no sabía dónde estaba.
Aún
resonaban los ecos de la derrota de Augusto, ya muerto,
No
lejos estaba el bosque donde se decía que los restos de Varo y de sus legiones
quedaron sin sepultura. A Germánico le vino el deseo de tributar los últimos
honores a Varo y a sus soldados. Esta misma conmiseración se extendió a todo el
ejército de Germánico, pensando en sus parientes y amigos, en los azares de la
guerra y en el destino de los hombres. En medio del campo blanqueaban los
huesos, separados o amontonados, según que hubieran huido o hecho frente. Junto
a ellos yacían restos de armas, y miembros de caballos y cabezas humanas
estaban clavadas en troncos de árboles. En los bosques cercanos había altares
bárbaros, junto a los cuales habían sacrificado a los tribunos y a los primeros
centuriones.
Roma
se cobró su venganza.
Y
hoy primer sábado del mes, del mes de Agosto, el mes de Augusto, aún se pueden
sentir los rugidos del León herido.
Sálvanos
Señor, de los Arminios que hayan de venir, y del encarnizado César que implora
venganza por sus legiones perdidas.
Pues
dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Nada
hay en el mundo, ni hombre ni diablo ni cosa alguna, que sea para mí tan
sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra
cosa. Nada hay que ocupe y ate más al corazón que el amor. Por eso, cuando no
dispone de armas para gobernarse, el alma se hunde, por el amor, en la más
honda de las ruinas.
Como
dice el Eclesiastés, Adso "Más amarga que la muerte es la mujer"
Qué tranquila seria la vida sin amor, Adso, qué tranquila y qué insulsa.
El
León, desde la Torre de la Libertad, en la Ciudad de Nueva York, al contemplar
la inmensidad del océano, abre de nuevo sus fauces, mientras los destellos de
sus colmillos de marfil, recorren, entre reflejos, al lomo de los delfines, el
ancho y largo de los mares del mundo, bramidos que golpean todas las esquinas
de la Tierra.
Y
en el Cielo, las estrellas, esperan para alinearse de nuevo, dibujándose en la
matemática perfecta de los triángulos que se levantan a las orillas del Nilo...
Delineando
el camino interplanetario, que en el Espacio Profundo, marca el Sendero,
construido con palabras que ahora conocemos, hacia ese infinito que se llama
Vida Eterna...
Aún
puedo oír al César aullar, pues todo lo que queda de una rosa muerta es su
nombre...
¿Serán
otra vez los Tribunos de Roma sacrificados en los altares bárbaros en esta
tierra de Caín?
¿O
quizás las palabras del Niño en el Templo nos salvarán del Fuego?
Cerbero,
fiera cruel y aviesa,
con
sus tres golas caninas ladra
sobre
la gente aquí inmersa.
Ojos
bermejos, unta y negra la barba,
amplio
el vientre, y uñosa tiene la zarpa,
a
los espíritus clava, destroza y desgarra.
viernes, 5 de agosto de 2016
El mundo del mañana mañana
Hay cosas que, a pesar de los gilipollas, no suelo odiar demasiado, tampoco me gusta el rencor, pero si hay algo que no soporto es que se metan en la vida de los demás.
En ocasiones,
Cuando enciendes la luz de la cocina por la noche, ves a las cucarachas esconderse entre los escondrijos, escapándose de la luz.
Y no es porque no les guste la luz, que también, es porque en realidad su empresa tan sólo puede tener éxito a escondidas.
Cuando no se puede, cuando todo es un querer y no poder, lo mejor, es quedarse callado.
Entiendo que es terriblemente difícil, ya que en tu pequeñito grupo de comemierdas como tú os sodomizáis mutuamente.
Ya.
Mas el Ser Humano no es tan triste como tú.
En el mundo del mañana mañana,
¿sabes qué?
Que continuaremos la lucha,
Para que personajes como tú no nos hundan en su gris preferido,
para que tu mentira,
teñida de rosa en bonanza,
no nos hiera con sus espinas venenosas
en tiempos de desesperanza.
Y niñas como Millie,
con sus ojos llenos de vida,
me recuerdan,
y me dan fuerza,
Para poder con tu rostro putrefacto,
y poder
decir lo que tengo que decir,
sin tapujos.
A la luz de las cucarachas.
A pleno Sol.
Como en aquella película de Alain Delon.
En el mundo del mañana mañana,
más allá de tu nube nuclear,
donde los niños sueñen,
entre las sábanas,
y no conozcan jamás
vuestro mundo crepuscular.
Y para que de una vez,
de una vez por todas,
conozcan la Libertad.
El mundo del mañana,
viene en silencio,
en su nave,
a través del espacio interestelar,
cargado de palabras,
de cosas bonitas,
iluminando con su luz la inmensidad,
todo el vacío que este mundo,
a lo largo del universo,
puede regalar a la Humanidad.
En el mañana mañana.
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