sábado, 3 de diciembre de 2016

Chamberí

El sol,
ya sean estos días de invierno,
baña de igual manera nuestra cara blanca.

Cuando tienes 18 años,
y te vas de casa,
y dejas las huellas

marcadas,
en el corazón de una madre,
como ligeras pisadas que
palpitan al compás de su pena eterna.

Y en en la Soledad,
sientes a tu hijo respirar.

En la inmensidad de la galaxia,
puedo contar,
entre los dedos
puedo relatar,
que mi vida,
mi vida,
son las palabras
de un poeta tembloroso,
y,
en la acera,
caminando,
al sentir tus dedos,
tus caricias,
tu mirada,
tu dulzura,
aunque el invierno sea frío y sea largo.

Derrites,
los témpanos
que asoman por las esquinas.

Y mi vida por delante ante este lago amargo.

Aunque el invierno sea frío y sea largo.

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