miércoles, 8 de marzo de 2017

Poetas del mundo Antiguo

En las frías mañanas,
ahí,
cuando los humos de la vieja fábrica
te van entrando,
como un veneno metálico
en lo más hondo de los pulmones,
va uno,
desconsolado,
sin respuesta,
con su angustia,
como un niño olvidado,
como un un corazón que late en silencio,
como un Rebelde.

Siempre quise ser un Poeta,
siempre quise pintar de colores las nubes grises,
y que en tus entrañas no tejiesen
sus tupidas telas las arañas.

Nunca quise que mis manos estuviesen frías,
tu Sonrisa,
tu alegría,
esa mueca de payasa
que me hace anudarme la bufanda,
y comprender lo que es la luz del día.

Y si mi musa,
mi musa sueca,
vestida de niña española,
y esa mirada,
esos ojos,
que hacen temblar las olas,
al tacto de mi piel,
que me hace respirar las palabras,
que,
que,
que estremecen hasta al
que no siente,
y vuelven a elevarse
desde la nada,
hasta el infinito,
dibujando lo que no está escrito.

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