viernes, 21 de octubre de 2016

Las maravillas de Alicia y su país maligno

Y ahora, qué puedo decir.

Extrañándote, mientras estás con otro,

Ay,

qué vida tan perra, después de ver el calibre y el volumen de tus mentiras.

Y ahora, gracias a ti voy a volver a ser un novelista.

Con mayúsculas.

Apúntate el tanto.

Camina tranquila,

vidina.

y de paso al paro también te puedes apuntar.

Porque no aguantes,

las bragas entre las piernas.

No queriendo ser tan solemne,
como bohemio de París, he de decir que en las horas solitarias mientras el cabello acariciaba el viento, y los renacuajos del Sena lanzaban sus tiernos eruptos hacia la seda de tus labios, y del pestañeo de tus grandes ojos marrones, he cambiado a la mismísima Angelina Jolie, por el susurro de tu corazón, por el pestañeo sin igual de tu recuerdo, por el mensaje inmisericorde que acompaña a tu mirada de pena, que en su latir destrozado no hace más que dar sentido para atestiguar que no, que ya no te quiero.

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