domingo, 10 de julio de 2016

LA MUJER PIRATA

Córdoba.Lejana y sola. Jaca negra, luna grande, y aceitunas en mi alforja. Aunque sepa los caminos yo nunca llegaré a Córdoba. Por el llano, por el viento, jaca negra, luna roja. La muerte me está mirando desde las torres de Córdoba. ¡Ay qué camino tan largo! ¡Ay mi jaca valerosa!¡Ay que la muerte me espera,antes de llegar a Córdoba!

Córdoba.

Lejana y sola.

El viento acaricia su bello cabello, dibujando volutas bajo el sombrero, y las gaviotas cacatúan su llegada.

Cruza el mar, el barco de la Reina de los mares, sobre los abismos que esconden las aguas, navega, la mujer pirata, y subiéndose al Puente ordena desplegar las velas.

Al ver un galeón, un galeón español, desenfunda la espada, y el hierro luce al sol como una profunda letanía, en su mirada, en sus ojos azules, guarda el eterno rencor, y la furia que se desata al ver al timonel.

Ordena cargar los cañones, llenarlos de pólvora, para que se oiga el rugido de los piratas.

Y se pasea por el Puente de la nave de madera, con su loro subido al hombro, que repite las consignas, de colores, que resuenan a lo largo y ancho de la nao.

Mi mujer pirata, mi capitana, con el sombrero calado y la falda muy corta alza la espada, desafiando al cielo, y grita fuego.

El trueno, desde el azul de la noche, responde al unísono.

Como una centella que rasga el silencio y traspasa el tiempo.

Y ya con el cuchillo empapado en sangre y su loro fosforita aleteando al oído, después de la batalla se vuelve a decir las viejas palabras...


Que mis ejércitos sean las rocas, y los árboles, y los pájaros del cielo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario